En Memoria de mi tia
Mi Tia se quedo sola, cuando mi madre se caso, se vino a vivir al DF con mi padre, dejando en la casa sola a su hermana, que jamas se caso ni tuvo hijos, con los años vino la vejez, y la perdida de Independencia, con mucho cariño, le pedimos que se viniera a vivir con nosotras, y lo hizo, pero como ella decia, "No se hallaba", y termino regresandose despues de un par de semanas a su natal Puebla, alla la visitabamos cuando podiamos, que noe ra muy seguido, el trabajo, la familia y las obligaciones no nos dejaban mucho tiempo para poder irnos un fin de semana con ella.
En las vacaciones de Semana Santa habiamos planeado tomarnos un buen descanso, mi madre nos habia enseñado que esos dias eran sagrados y no se debia de hacer nada, y eso planeabamos hacer, cuando regrese del trabajo al mediodia del miercoles, solo llevaba en mi mente el suave sillon y la idea de relajarme y descansar, pero todo cambio cundo llegue ami casa, mi hermana estaba muy alterada, acababan de llamar de Puebla, mi Tia habia muerto, todo se volvio freneticos preparativos, una rapida maleta, buscar direcciones y papeles, en menos de lo que lo pensamos, ya estabamos camino a la TAPO.
Era un Miercoles de Semana Santa, la Terminal estaba atestada, no conseguimos un boleto sino hasta cuatro horas despues, asi qeu aprovechamos para ir a comer algo, comprar lo que nos habia hecho falta y sentarnos a respirar un poco, en el restaurante empezamos a platicar de nuestra Tia, ella era muy diferente a Mama, tenia un caracter melancolico, y una tristeza profunda, desde que teniamos memoria habia sido una sombra, una personalidad destruida, nunca supimos la razon, pero no por ello mi madre la dejaba de amar, y nosotras la queriamos mucho, pese a su silente mutismo, no era como mis otras tias, consentidora y juguetona, sino mas bien una enigmatica Mujer...
La hora de la Salida llego, y finalmente abordamos el autobus, que por supuesto iba lleno, como lo estaba la Avenida Zaragoza y la Autopista a Puebla, un viaje de una hora y cuarenta y cinco minutos se volvio una odisea de cinco horas, mi hermana, que se habia levantado a las cuatro y media de la mañana, se durmio en cuanto toco el asiento, yo me quede pensando, en mi feliz infancia, cuando jugaba en el patio de mis abuelos y mi tia andaba por ahi, eran tiempos muy diferentes, ni ella ni ninguna de sus hermanas aprendieron a leer y a escribir, eran mujeres de otro siglo, con profundas creencias culturales de ese Mexico antiguo, mi abuelo era un hombre porfirista, que no creia en la educacion de las mujeres, o que pudiesen ser algo mas que amas de casa.
Mis Tias fueron victimas de su destino, sin educacion nunca pudo conseguir un buen trabajo, sin marido, tenia que enfrentar la vida sola, la ignorancia se volvio una pesada loza de la que nunca pudo liberarse, la pobreza un castigo por las ideas de su padre, docil y obediente nunca supo que todas tenemos derecho a una educacion, cuando mi madre decidio que ese no seria nuestro destino, apoyo con todo su alma que nos fueramos de ahi, buscando un mejor futuro, mi padre nos trajo al DF, nos dio educacion y mi madre se encargo de que nadie impidiera que tuvieramos un mejor destino que el de ellas, nos dio una profesion y un orgullo por nuestras capacidades que no tuvo la generacion anterior. Pero mi Tia, la pobre se quedo alla, sola y triste, ahora, solo podriamos darle un adios tardio...
La CAPU se veia muy triste cuando finalmente llegamos, toda la Ciudad parecia otra, o tal vez era mi alama la que no podia ver Puebal como siempre la veia, bajamos del autobus, tomamos un Taxi y nos encaminamos a encontrarnos con mi Tia, por ultima vez...